Después de casi 35 años de colaboración con Arclinea, ¿te animas a hacer un balance de esta actividad? En otras palabras, ¿qué evolución ves en vuestro trabajo de estudio y proyecto de espacios y productos para vivir la cocina?
Si tuviera que definir mi trabajo de proyecto para Arclinea en una palabra, hablaría de contexto. Desde el comienzo, el estudio se centró no sólo en la solución del detalle sino en la idea conceptual de cocina y de cómo la cocina -constituida por distintos elementos y detalles- se relaciona con el contexto, convirtiéndose en testimonio representativo de diferentes épocas y maneras de vivir. Uno de los aspectos más fascinantes de proyectar cocinas es precisamente esto: representa el cambio social, fotografiado o, en cierto sentido, anticipado por diseñadores, arquitectos, empresas. En los años 70, la cocina era un espacio privado, para ocultar: hoy es algo para mostrar a los amigos, que se unifica con el espacio de socialidad que antes se reservaba únicamente a la sala de estar. Diría que el estudio de cómo la cocina es a la vez un espacio de trabajo y un ambiente que forma parte de la vida de cada uno siempre ha distinguido el enfoque que adopto en mi colaboración con Arclinea.
Desde el comienzo he querido aplicar el trabajo de proyecto no sólo a las formas sino a un concepto de ambiente donde preparar las comidas y la mesa y donde desarrollar asimismo otras funciones de la vivienda.
Indudablemente cambian las tendencias y los hábitos domésticos, pero las cocinas que diseñaste hace muchos años para Arclinea siguen en producción. ¿Qué es lo que hace que estos productos duren tanto tiempo en un mercado tan sofisticado?
Nuestra colaboración comenzó hace mucho tiempo: mi primer producto salió en 1988 y ya por entonces sentamos las bases de una estrategia de producto industrial, proyectando componentes “transversales”: elementos estandarizados para combinar de acuerdo con las distintas exigencias, para poder crear una cocina personalizada. Ya aquel primer producto, que se llama Italia y sigue en producción, hace referencia claramente a un concepto profesional: declara alejarse de la tecnología clásica de los “muebles para cocina” utilizando el acero, aumentando la importancia y el tamaño de las encimeras, y así sucesivamente.
¿De qué manera tu experiencia de arquitecto te orienta en el proyecto de espacios para la preparación y el consumo de los alimentos? ¿Surgen de aquí los distintos conceptos de cocina que has realizado?
Vuelvo al tema de los tipos. A lo largo de mi experiencia como arquitecto constructor, me he topado con distintas situaciones: desde el proyecto de casas para amigos y clientes hasta hoteles y, más recientemente, torres residenciales. Todas estas experiencias me han servido para entender mejor “en qué punto estaba” -para mí, para el público- la idea de cocina, de cómo debería funcionar, de lo que representa. Pensándolo bien, la cocina representa nuestro modo de habitar, la evolución de nuestro estilo de vida. Al perder importancia la “sala comedor”, para la cocina Convivium en 2002 pensé en una amplia mesa integrada en la isla, que sirviera de lugar de encuentro y relación entre las personas mientras se preparaba el almuerzo o la cena.
Creo que el secreto de la “longevidad” del producto Arclinea radica en el concepto de componentes industriales utilizables para distintos modelos y en la innovación de los tipos.
Funcionalidad, estilo, estética: según tu escala de valores ideal, ¿dónde colocas estas componentes dentro del proyecto para Arclinea y, más en general, de tu enfoque de diseñador?
No hablaría tanto de funcionalidad sino de complejidad. Cuando se proyecta una cocina es fundamental no empezar por el aspecto exterior sino concentrarse en el proceso productivo complejo que se cumple en el “espacio cocina”. La función estética es paralela a la función física, no menos importante que ésta, y responde también a dicha complejidad. La elección de un material, por ejemplo, no es un mero detalle: es la respuesta a una necesidad. Cuando en 2008 realizamos la isla Lignum et Lapis -un monolito monomatérico de acero o piedra- trabajamos mucho en la forma de la amplia encimera y sus detalles, pero el enfoque de fondo se basaba en la complejidad de ese tipo de espacio: poder recibir por un lado a los invitados, y en el lado opuesto concentrar todos los elementos de trabajo. Además, con Lignum et Lapis desarrollamos ulteriormente el concepto del Closet, un espacio cerrado que contiene compartimentos operativos dedicados, pensado en 2002 con el proyecto Convivium.
¿En estos productos puede entrar también la idea de una cocina muy connotada formalmente? ¿O sigue siendo más importante el concepto espacial en el que se basa cada nuevo proyecto?
Pienso que el aspecto más interesante del trabajo con Arclinea es diseñar no modelos sino elementos compatibles. Cada elemento proyectado es transferible a diferentes modelos. Se trata de elementos que pueden evolucionar pero que siguen siendo parte de un sistema: un sistema abierto, que no reniega nunca de su propia matriz. Para trazar un paralelo con el mundo informático, se trata de elementos que pueden actualizarse -como las actualizaciones de un software- pero que siguen “dando vueltas” en el mismo sistema, renovándose a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en la cocina Principia, con el concepto de espacios más abiertos y otros más cerrados hemos querido integrar lo mejor posible todos los aspectos que hacen de la cocina un verdadero espacio de vivienda. Siguiendo esta idea de componentes como parte de un sistema, estamos trabajando también en nuevos productos, ligados a nuevos conceptos.
También las experiencias personales -desde cuando me casé hasta cuando tuve hijos y hasta cuando ellos crecieron- me sirvieron para entender “en qué punto estaba“ la idea de cocina y cómo optimizar su proyecto.
La calidad de estas cocinas es formal y ambiental, pero también técnica. ¿Qué importancia tienen para el mejor resultado la combinación de estos componentes, los detalles, los materiales?
Pienso que con todos los productos Arclinea hemos logrado combinar bien estas componentes. Así como en su momento con el acero inoxidable conseguimos la mejor tecnología para producir la cocina Italia, más recientemente hemos podido introducir acabados como el PVD (Physical Vapour Deposition): una tecnología especial que fija el color sobre el acero por medio de la evaporación de moléculas de titanio. Este tratamiento hace al acero aún más resistente, enriqueciéndolo con colores especiales. Así pues, lo que ya era un clásico, la cocina Italia, pero también un producto sucesivo como Convivium, se adecua a un gusto más sofisticado o, mejor dicho, lo crea.
¿Podrías anticipar algo sobre los proyectos en curso?
Esta publicación presenta el estado del arte de la producción Arclinea, pero me parece interesante lanzar una mirada más allá de la actualidad inmediata. Aprovecho la pregunta para decir que esta publicación para mí es realmente importante. La considero más un libro que un catálogo, por cómo presenta simultáneamente los productos y los conceptos en los que se funda mi trabajo de estos años, y el mérito de esta modalidad de comunicación lo reconozco al equipo de proyecto. Nuestra larga colaboración ha sido un poco como escribir un libro: hemos cambiado algunas palabras, hemos corregido otras, pero a fin de cuentas hemos logrado narrar una manera de habitar. Para el futuro, puedo anticipar que estamos trabajando en la evolución de un concepto que he implementado en algunos edificios de vivienda sobre todo en Lejano Oriente. Las dos zonas principales -wet kitchen y show kitchen- son tratadas de manera diferente pero integradas en un único sistema de producto, precisamente para anticiparnos a una exigencia que creemos que se difundirá cada vez más.
No es fácil hallar la mejor técnica para lograr funcionamiento y acabados perfectos; por eso trabajamos mucho en la industrialización, con el propósito de encontrar la relación adecuada entre costes y beneficios.
Eres un arquitecto que construye mucho, pero también eres un verdadero diseñador industrial. En este papel, ¿cómo crees que puede evolucionar el diseño y cómo deberá plantearse respecto de la industria, como en el caso de Arclinea?
Creo que la posibilidad de una supervivencia inteligente del diseño y de las empresas que se valen del diseño radica precisamente en el mantenerse fieles a la idea de diseño industrial. El mercado global actualmente requiere una precisión y versatilidad de producto tal que a esta demanda se responde sólo utilizando el potencial de Industria 4.0. Es decir, la automatización inteligente, que permite producir elementos de calidad casi artesanal -por ejemplo, toda una cocina a medida, o hecha por encargo- a través de tecnologías industriales. En este sentido, Arclinea ya está muy avanzada y en condiciones de operar con éxito en el mercado del contract, decisivo para el futuro de las empresas. Hoy en día, la capacidad de confrontarse con números grandes resulta indispensable para dar la medida y la confirmación de la validez de las industrias, incluso aquellas como Arclinea, con una historia muy larga y consolidada.
El mercado global actualmente requiere una precisión y versatilidad de producto tal que a esta demanda se responde sólo utilizando el potencial de Industria 4.0.